miércoles, 16 de diciembre de 2009

Místicos y artistas

Al fenómeno místico le falta continuidad: se expande , alcanza su apogeo y acaba en caricatura. Tal fue el fracaso del florecimiento religioso en España, Flandes o en Alemania. Si en las artes el epígono a veces logra imponerse, nada por el contrario más lamentable que un místico de segunda categoría, parásito de lo sublime, plagiario de éxtasis. Puede jugarse a la poesía, puede incluso darse la ilusión de la originalidad: basta con haber penetrado en los secretos del oficio. Estos secretos apenas cuentan a los ojos del místico, cuyo arte no es más que un medio. Como no aspira a gustar a los hombres y quiere ser leído más allá, se dirige a un público restringido, bastante difícil y que exige de él más que simple talento o genio. ¿A qué se dedica? A buscar lo que se escapa o sobrevive del desperdigamiento de las experiencias: el residuo de la intemporalidad bajo las vibraciones del yo. Desgasta sus sentidos con el roce de lo indestructible, lo contrario que el poeta que los desgasta por el roce con lo provisional; el uno se abisma casi carnalmente en lo supremo ( la mística: fisiología de las escencias), el otro se deleita en la supericie de si mismo. Dos gozadores en niveles diferentes. Tras haber paladeado las apariencias, el poeta no puede olvidar su sabor; es un místico que, a falta de poder elevarse a la voluptuosida del silencio, se limita a la de la palabra. Un charlatán de calidad, un charlatán superior.

E. M. Cioran.

P.D: La traducción no es mía y el título tampoco.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Ciorán, con cuya prosa furiosa es fácil embelesarse pero a quien hay que leer con cuidado.

Ahí te dejo un artículo de El Malpensante (ed 99) en el que entrevistan a su esposa y le preguntan sobre él:

http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=1267

Alejocarozo dijo...

Para ser sincero, no me parece tan embelesante... más bien diría, sin ningún ánimo peyorativo, que es un culebrero sofisticadísimo.