sábado, 21 de agosto de 2010

Mente y cuerpo

Muchos cristianos nos han enseñado a poner nuestro espíritu por encima de nuestro cuerpo, confiriéndole toda la importancia en nuestra relación con el todo.

El espíritu es mayor poder del hombre, es una cantidad de fuerza que ha logrado construir puentes increíbles y visitar los territorios más preciosos. Pero es de valor equívoco, su moral no es absoluta, no es clara, se presta a la maldad, la manipulación y el egoísmo. El es cuerpo débil, necesita de cuidados y disciplina, nos recuerda nuestros límites constantemente y nos trae preocupaciones si no tenemos juicio. Pero tiene una moral absoluta, es bueno porque es natural y está sometido a unas leyes que no nos está concedido cambiar. Durante siglos ha sido relacionado con el pecado y la maldad y en las últimas décadas se exalta de la forma más falaz y superflua. Es una tarea muy difícil averiguar qué es más importante. Sólo hay que buscar ciertas cosas claras de cada uno para descubrir cuál es un balance satisfactorio que nos ayude a ser mejores personas y hacer un mejor mundo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Sentido común

El sentido común, aunque es el menos común de todos los sentidos rige el mundo. Las ideas claras, las de Marx, las de Nietzsche, de Pascal, de Einstein, de Martin Luther King y de una innumerable lista de valiosas personas se abren paso implacablemente; así la oposición del vulgo se férrea. Las doctrinas se conservan porque el conservatismo si que es común y cómodo, pero la coherencia sigue su lento camino porque contra la coherencia hay pocas armas.

sábado, 7 de agosto de 2010

Personas

Las mejores personas han llegado sin buscarlas y tardé poco más de veintisiete años en darme cuenta. Con las mejores personas he pasado millones de segundos y en la vida he visto millones con las que no he podido pasar ni siquiera un segundo. Números, nombres y personas se confunden en medio del embrollo que se arma de vez en cuando en cada cabeza y cada cabeza tiene eso que nos hace preguntarnos sobre lo que nos diferencia de los simples átomos; y por eso se arma, cada dos por tres, un embrollo. Y ahí estamos las personas siempre dispuestas ...