sábado, 22 de enero de 2011

Humano

Todos tenemos más o menos claro el concepto de lo humano pero somos un amasijo de carencias en la mayoría de los casos irremediables. Las carencias comunes son muchas veces el imán de las relaciones y los proyectos, y lo más triste es que usualmente eso no se nota hasta cuando aparecen problemas graves que obligan a buscar razones.

El exilio me ha hecho notar de forma clara y suave lo que me ha faltado y me ha dado una ventana que mira al mundo inmenso. Ambas cosas se agradecen sobremanera; pero también me ha enseñado a ser un habitante de la ciudad: cómodo y egoísta. Me ha enseñado a construir una barrera poderosa hecha de apariencias, a diferenciar entre los míos y los otros que valen poco más que la parada del bus y en los casos más patéticos, a valorar como buenos tremendos errores de la civilización.

Como somos animales de costumbres cada día duele menos, cada día es más fácil usar la impotencia como excusa, cada día es más fácil idealizar los sueños (para alejarlos) y resginarse. Pero puedo decir orgulloso que nunca me he rendido y estoy convencido de que el exilio tiene que cambiar.

No hay comentarios: